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LA ENCRUCIJADA DEL CINE LATINOAMERICANO

La distribución es el gran problema.
Germán Yances.

Hace unos años la calidad y falta de apoyo eran señalados como los grandes problemas que impedian el desarrollo del cine latinoamericano. Casi salvados hoy esos escollos, la exhibición surge como el obstáculo que impide a los realizadores acceder a los mercados de la región y recuperar en ellos su inversión.
No existe un medio masivo de transmisión de cultura superior al cine. Ni siquiera la televisión. La pequeña pantalla supera a todos en penetración, pero su sometimiento a mandatos comerciales vulgares le resta jerarquía y profundidad. El cine es arte mayor y los países que tienen clara esa película lo utilizan como punta de lanza en la conquista de mercados.

Estados Unidos entendió rápidamente el valor estratégico del cine y por años dominó las pantallas del mundo. Hollywood aprovechó esta circunstancia para vender su historia, sus iconos, sus valores, su modelo de nación. Por eso, hoy su industria cinematográfica no tiene competencia. La supera en producción India, pero sin los recursos, la red de exhibición, ni el fabuloso aparato de marketing de los norteamericanos.
Esta situación alertó a otras naciones. La Unión Europea y los países latinoamericanos, por ejemplo, han venido diseñando políticas y estrategias nacionales y regionales para enfrentar la aplanadora del cine norteamericano. Europa destina grandes subsidios a la producción y en algunos países ese subsidio es hasta de 100%.

En América Latina, durante los últimos años se pasó de una regulación que iba en contravía de la economía de mercado, a una regulación de fomento que, en vez de prohibir y obligar, establece estímulos a la producción y a la exhibición. Como parte de estas políticas se creó Ibermedia, un fondo regional que administra estímulos a la producción en varios países de América Latina y España.
Brasil incentiva la producción de cine con facilidad en el crédito, devolución de impuestos, descuentos y toda clase de prebendas. Y en Colombia, la ley otorga beneficios tributarios para los exhibidores que proyecten largometrajes y mediometrajes colombianos, y devolución de impuestos para la inversión privada en la producción cinematográfica.

Adicionalmente, muchos países han organizado institutos para el desarrollo de la política cinematográfica nacional y han creado sus propios fondos de fomento. En Chile, el Fondo de Desarrollo de las Artes invierte en la producción de cortometrajes y largometrajes; en Argentina hace lo propio el INCAA; en Brasil, Embrafilme; en Colombia, el CNACC y el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, y en México, Imcine y el fondo Fidecine.

Hollywood observa atenta este movimiento y el surgimiento de directores como los mexicanos Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Gerardo Naranjo; los brasileños Fernando Mereilles y Walter Salles, y los argentinos Fabián Bielinsky y Juan José Campanella.

Por otra parte, por razones económicas, como el bajo ingreso per cápita y la popularización de servicios y tecnologías, como la TV por suscripción, la satelital y el DVD, sumado al fenómeno de la piratería en ambos casos, la taquilla de cine ha venido descendiendo. En los países del sur del continente la asistencia a cine es menos de una vez por año. La estadística oscila entre 0,7, en el caso de Argentina, y 0,4, de Venezuela. En México, la asistencia es de una vez al año y en Estados Unidos, la población latina va a cine 6,7 veces al año, mientras que en España la estadística es de 2,5 veces.

En Colombia, por ejemplo, la taquilla del cine cayó de 66 millones de espectadores anuales en la década de los ochenta y 23 millones a comienzos de los noventa, a 16 millones los primeros años de esta década. El fenómeno, que se ha vivido en similar proporción en el resto de países de la región, trajo consigo modificaciones en la exhibición, que pasó de salas de 800 o 1000 butacas, al modelo de múltiplex, en donde se agrupan salas pequeñas, de 100 o 150 butacas.

A pesar del incremento en la producción y el mejoramiento ostensible en la calidad de las películas, el cuello de botella del cine latinoamericano sigue siendo la exhibición. El público local valora bien su cine. En Argentina, cuatro películas nacionales estuvieron entre las diez más vistas en 2002: “Nueve reinas”, “Papá es un ídolo”, “Corazón” y “Apariencias”, todas por encima del millón de espectadores. En Colombia sucedió algo similar con “Rosario Tijeras”, la película más vista en 2005.

Sin embargo, por ahora esta política de incentivos no parece ser suficiente, porque para los productores latinoamericanos es casi imposible acceder a los mercados de la región y recuperar en ellos su inversión.
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